A parte de los placeres sin límites vividos en Hiroshima y después de pensar en todo ello con mucha calma, entre agujetas y heridas en sitios insospechados, y ya que en los folios empíricos no escribí más de veinte palabras, me atrevo a dejar por aquí algunas apreciaciones, especulaciones de sentimientos y/o puntos de vista.

Lo que más me fascinó del Exploding fue poder desarrollar a fondo el lenguaje de cada uno de nosotros y llevarlo de la mano y sudando a nuevos lugares comunes. No me refiero a ponerme a bailar contemporáneo ni a contar chistes, cosa que no hice ni haría, ni tampoco a que alguien se ponga a tocar un instrumento que no sabe tocar sólo porque existe tal posibilidad, sino más bien a explorar las formas y maneras que tiene cada uno en sus propios proyectos pero con la fuerza y el apoyo del resto gracias a ese estar juntos en un espacio llámese escenario.

Recuerdo especialmente el momento en el que manipulamos hasta el extremo la guitarra eléctrica de juguete, llegando a un lugar precioso donde habitaron sonidos brutales, escenas y movimientos poderosos. Ahí es donde sucede la magia para mí, donde nos ayudamos a encontrar semillas nuevas allí donde estamos más habituados a sembrarlas. El jueves se sobrevino en muchos lugares maravillosos, y también en otros pasables, otros pasando y otros de paso que llevaron a otros más maravillosos todavía.

Otra reflexión con forma de agradecimiento y ya sin dolores es una visión que me viene rondando desde que empecé en la música hace 12 años, pero que volvió a reiterarse por sí sola el jueves pasado en Hiroshima durante todo el día. En festivales, salas de música, locales de ensayo… En la gran mayoría de solistas y grupos de música que conozco, veo y escucho importa tan, tan, tan poco la escena, el movimiento, lo físico, la teatralidad, el lenguaje de las imágenes, los silencios, los gestos, los objetos, la poesía… Incluso molesta tanto a profesionales como a aficionadas en la mayoría de los casos, se ve como una impostura, una pose, una falsedad. Postureo, que dicen estos nuevos tiempos de censuras afiladas. Qué os voy a contar que no sepáis. En Za! y en Seward tenemos postureo de armas tomar y para rato, ¿verdad? En fin. La cuestión es que cada vez que tengo la oportunidad de investigar más a fondo por aquí suceden accidentes memorables, así que gracias por eso también a todos y todas vosotras… ¡Y al público del jueves, claro! Un público que me recordó una vez más que el gran público de la música está muerto por dentro pero no lo sabe todavía.

Adriano Galante

(Reflexiones de Adriano Galante, sobre la experiencia vivida desde dentro en la Presentación The Exploding Plastic Fest #03 – Protocol 5 en la Sala Hiroshima y la creación artística alrededor de la improvisación en directo)